No sólo aquellos que se alejan del hábito de la lectura y el conocimiento se sienten dignamente representados por el candidato presidencial del PRI.
Buena parte de la población penitenciaria ya se frota las manos y apuesta a su triunfo aduciendo que
ellos sí saben trabajar, “con ello si se puede hacer bisnes”,
roban pero nos dejan robar.
Mucho se ha señalado que las cárceles son
la universidad del crimen. Habría que agregar entonces que los posgrados siempre se han impartido en las sedes estatales y nacional del PRI, donde permanentemente se diseñan técnicas atroces e inmorales, como el asalto a las arcas públicas, la formación de mafias gremiales y bandas parapriístas, el im-pulso al comercio de la justicia, el uso faccioso de los medios de comunicación, el fomento al amiguismo y al compadrazgo, la conversión de deuda privada en pública y un largo etcétera.
Ante esta realidad, no por pretender revertir el desastre nacional en que ahora nos encontramos, gracias a la indecente y pusilánime conducción del país en los pasados 12 años, se vaya a consentir que el aparato estatal continúe en manos voraces y corruptas, permitiendo que el regreso del Estado mafioso priísta se concrete.
Muchos no podremos sufragar, pero hago un llamado a quienes sí podrán hacerlo para que con su voto cuiden a nuestros jóvenes, pues los actos represivos se incrementarán y quienes hoy son insumisos y se atreven a manifestarse en favor de la democratización de los medios y en contra del PRI, mañana podrían ser desaparecidos, asesinados o encarcelados.
No anulen su voto, no se queden en su casa, no más una sociedad sometida por el desánimo, la desesperanza o el miedo; salgan y voten por la posibilidad de una verdadera justicia social, por un verdadero cambio.
Adrián Aranda Ochoa, Reclusorio Varonil Sur
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