Fuente: La Jornada
YPF ha permitido “enormes ventajas competitivas” a la nación
Buenos Aires. El acuerdo entre la constructora española Sacyr Vallehermoso y Petróleos Mexicanos (Pemex) para juntar sus acciones y detentar casi 30 por ciento de los títulos de control de la petrolera ibérica Repsol agitó las aguas aquí, porque detrás está la larga historia de las privatizaciones de los años 90 y las luchas de los trabajadores por impedirlo, así como la tragedia de la desocupación, que alcanzó a más de 25 mil trabajadores y sus familias, dejando pueblos fantasmas en diversos lugares del país.
El Ministerio de Planificación citó al directorio de la empresa local Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) para que informe sobre un posible cambio de composición accionaria de Repsol, la cual es dueña de 57.433 por ciento de YPF.
En su trabajo sobre la privatización de YPF, Crónica de la argumentación del despojo, el investigador Gustavo Lahoud recordaba que la petrolera argentina fue el principal activo estratégico y económicamente viable del Estado entre 1922 y 1992, “logrando expandir la oferta y la producción de energía en todas sus formas”, diversificando el suministro eléctrico y “permitiendo una configuración de la estructura socioeconómica del país basada en la industrialización para sustituir importaciones de productos de consumo masivo”. YPF tenía importancia para industrias y políticas de Estado “que permitieron enormes ventajas competitivas en la economía nacional y mejores condiciones de vida para los ciudadanos”.
El modelo económico impuesto por la dictadura militar (1976-1983), que entre otras cosas llevó a la desindustrialización, la desregulación de los mercados, el ajuste estructural y el endeudamiento externo, “dejó las bases y cimientos para su completa enajenación posterior, durante los dos gobiernos de Carlos Saúl Menem”.
La primera etapa privatizadora culminó en 1992 y la segunda en 1998, y se utilizaron los mismos argumentos de ineficiencia, corrupción y otros que usó la dictadura, que tomó créditos para YPF, los cuales fueron derivados a otros sectores y en cuentas bancarias de militares y asociados civiles en el extranjero.
Por su parte, el analista Gustavo Acervo estima que la petrolera indicada para cumplir “con los objetivos de la privatizada Repsol” era la argentina YPF. “El negocio redondo de la petrolera española consistía en comprar una empresa que hizo el gran esfuerzo de explorar y perforar para disfrutar de los ingresos de la venta del producto y sus derivados”, así como todo lo que ya estaba instalado.
Al evaluar las situaciones de Repsol y de YPF antes y después de la compra en 1998 “se puede comprobar que la petrolera española usa a YPF para el trabajo duro y costoso, reservándose para sí el beneficio del esfuerzo”, señala el especialista.
Su análisis lleva a concluir que la idea que tuvo Repsol sobre YPF era aprovechar su potencial, o sea las reservas comprobadas, sin invertir en ese segmento, y exportar todo lo que se pueda de esa producción.
“Para asegurar la rentabilidad de los accionistas, la estrategia es explorar poco y exportar mucho”, destaca. Asimismo, advierte sobre las grandes ganancias y la gravedad del manejo que se da a las reservas comprobadas de hidrocarburos con que cuenta nuestro territorio. Añade que la inversión en exploración, principal activo que originó la compra de YPF, “se ha dejado de lado como prioridad.”
Argentina es hoy un país productor de hidrocarburos que, además, exporta y se autoabastece. Pero eso es hoy. Las reservas comprobadas, en el caso del petróleo, son para pocos años y es difícil establecerlas al ritmo actual de explotación. Empresas como Repsol, cuyo negocio es asegurar rentabilidades a socios accionarios, se dedican a explotar aquellas cuencas que ya han sido descubiertas y no representan ningún peligro económico.
0 comentarios:
Publicar un comentario