Independientemente del resultado oficial, Andrés Manuel López Obrador, es el gran triunfador de las elecciones presidenciales de 2012. El obsequioso madrugador Calderón y su ansiosa perdedora Josefina Vázquez Mota, siendo la candidata del partido en el poder, terminaron juntos en el sótano de las preferencias. Enrique Peña Nieto, o mas bien, la maquinaria corruptora del PRI y asociados, compraron la Presidencia invirtiendo todo el poder de las televisoras, de los poderes fácticos, ríos de dinero y complacencia del arbitro para lograr una diferencia muy por abajo de las amedrentadoras encuestas, pero suficiente para garantizar 6 años más de impunidad.
El voto mercenario y el voto ciudadano libre, cuentan lo mismo, sí, pero no son igual. El Panal y el Verde, oportunistas, son parásitos del sistema que no deberían existir.
El voto mercenario y el voto ciudadano libre, cuentan lo mismo, sí, pero no son igual. El Panal y el Verde, oportunistas, son parásitos del sistema que no deberían existir.
El cambio verdadero no es por un triunfo personal ni un efímero logro sexenal, es la concientización ciudadana para la transformación social que está en marcha, crece cada día y ya nadie puede parar, la historia parece lenta, pero es implacable. AMLO, armado sólo con el poder de la verdad y su amor por México y con todo el viento en contra, es un gigante que crece en presencia y autoridad indiscutible como el gran vencedor. Hago una ovación de pie, en mi nombre, y el de más de 16 millones de ciudadanos que votamos por el cambio verdadero encabezado por Andrés Manuel López Obrador, un gran líder y orgullo de México.
Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles: Bertolt Brecht.
Carlos Noriega Félix
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